miércoles, 26 de junio de 2013

Pelosi...are you catholic or not? ...Correa y Snowden, a great par!...Y Rusia es ahora le moralidad de Occidente?

Priest to Pelosi: Denounce Abortion or Renounce Catholicism


Former House Speaker Rep. Nancy Pelosi has been outspoken over the years in her support for abortion, or as she calls it, “reproductive health.”

At the same time, she has been outspoken about her Roman Catholicism, to the point of kissing Pope Benedict XVI’s ring and presenting herself for Communion during the Inaugural Mass for Pope Francis.
Like her fellow attendee at that Mass—Vice-President Joe Biden, also a publicly professed Catholic and abortion supporter—she hasn’t let the fact that the Church does not, and never has, sanctioned abortion, and considers receiving or formally participating in an abortion to be a mortal sin, deter her on either front.
To be clear, the Catholic Church views taking Communion as a grave matter, and urges anyone who has knowingly committed a mortal sin to abstain until they have repented, confessed, and received absolution for that sin. Since it’s unlikely that any priest present is a mind-reader, it’s up to the communicant to know whether or not he or she is in a state of grace and act accordingly.
But, regarding the trial of abortionist Kermit Gosnell—now in prison for life for first-degree murder in the deaths of three late-term babies born alive after attempted abortions—Pelosi said it was “really disgusting, and when we talk about women’s reproductive health, that’s not what we’re talking about.”
On Thursday, June 13, during a press briefing, John McCormack of The Weekly Standard asked Pelosi how she could reconcile that stand with her opposition for the Pain-Capable Unborn Child Protection Act, which sought to prohibit abortions during the last four months of pregnancy (with an exception for saving the life of the mother). The bipartisan bill recently passed the House of Representatives with a vote of 228 to 196.
Pelosi bristled at the question, saying there was a difference between what Gosnell did and what the bill was calling for. McCormack pressed her again, asking, “What’s the moral difference?” between a successful late-term abortion and delivering an infant alive and then killing it.
“This is not the issue,” said Pelosi. “They are saying that there’s no abortion. It would make it a federal law that there would be no abortion in this country.”
Obviously, the bill was only addressing abortions after 20 weeks, not all abortions. But at least to this point, Pelosi was consistent in her support of abortion on demand, which is the majority view of her party, at least on the national level.
Pelosi went on to say, “As a practicing and respectful Catholic, this is sacred ground to me when we talk about this. This shouldn’t have anything to do with politics.”
So, Pelosi cited her Roman Catholic faith—which expressly forbids abortion—to claim that the right to an abortion is “sacred ground” to her. Well, it may be, to her, but that is the precise reverse of the way the Church views the issue.
This was too much for Father Frank Pavone, the national director of Priests for Life, who, on June 18, penned an open letter to Pelosi on the subject. He cited a visit he and members of his staff made to Pelosi’s office “several years ago” with diagrams depicting a 23-week abortion.
He wrote, “When asked the simple question, ‘When you say the word “abortion,” is this what you mean?’ In response, nothing but silence has emanated from your office.”
Regarding Pelosi’s reference to her faith and “sacred ground,” Pavone wrote: Continue Reading


Snowden, Correa y Ecuador

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La saga del excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) convertido en “soplón”, Edward Snowden, continúa concitando la atención mundial. Si los informes de prensa resultan ser correctos, el destino final de Snowden puede ser Ecuador, país al que ha solicitado asilo.
Ecuador es una nación sudamericana de 15.5 millones de habitantes con una economía dolarizada. El presidente izquierdista Rafael Correa, elegido por primera vez en 2007, ha establecido un nivel de control político sobre su país que es la envidia de todo político de cualquier índole. Curiosamente, uno de los rasgos de gobierno más constantes de Correa ha sido una abierta enemistad con la prensa libre. De hecho, una ley aprobada a principios de este mes por el Congreso de Ecuador concedió amplísimos poderes al gobierno de Correa para silenciar a sus críticos.

La administración Obama intentó abiertamente congraciarse con Correa usando la mediación de la secretaria de Estado Hillary Clinton, pero su empeño obtuvo escasa recompensa. El año pasado, Ecuador ofreció asilo al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, en la embajada ecuatoriana en Londres. Un año más tarde, Assange permanece enclaustrado en esa misma embajada. No es de extrañar por tanto que Assange y su maquinaria de WikiLeaks estén orquestando la idea de dar asilo a Snowden en Ecuador.
Tras la muerte en marzo del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, parte de la región ha puesto su mirada en Correa como el nuevo líder emergente del grupo izquierdista y antiamericano conocido como la Alianza Bolivariana. Aunque carece del toque carismático y los recursos petroleros de Chávez, Correa no teme desafiar a Estados Unidos en la escena diplomática mundial, abriendo las puertas de su país a la China e Irán.

Concederle refugio a Snowden mejoraría aún más las credenciales antiamericanas de Correa como líder declarado de una “campaña del pueblo” contra un Estados Unidos dominante y de mentalidad hegemónica, un tema recurrente tanto de Correa como de sus aliados antiamericanos. Eso también haría de este líder latinoamericano de bajo calibre (corroído por tendencias autoritarias) el niño bonito de los fanáticos antisistema en el mundo.

El caso Snowden recuerda al papel que el gobierno de Fidel Castro desempeñó desde La Habana acogiendo durante décadas a Philip Agee, el espía y “soplón” fugitivo de la CIA. Concederle asilo a Snowden le daría a Correa el tipo de perfil de bajo costo pero de gran repercusión que tanto ansía, equiparando de forma falsa su constante antiamericanismo con la defensa de la libertad, además de causarles a la malhadada administración Obama y a la maquinaria de seguridad nacional de Estados Unidos aún más bochorno y úlceras.

 

“Reseteo ruso”: Hora de escuchar a los críticos

Putin-Medvedev
Con un editorial denuncia  muy bien planteado, el Consejo Editorial del Washington Post arremetió contra la política rusa del presidente Obama y su discurso en Berlín del pasado jueves.

El editorial criticaba merecidamente la ingenuidad con la que Obama intentó un acercamiento hacia el presidente ruso, Vladímir Putin, mediante una propuesta mal elaborada para reducir un tercio del arsenal nuclear de Estados Unidos, a la vez que ignoraba la intencionada falta de cooperación de Rusia en un gran número de asuntos clave.

Este deseo de asegurar su “legado” de desarme nuclear y de un mundo libre de armas nucleares tiene su origen en el tiempo que Obama pasó en la Universidad de Columbia. Allí, el todavía estudiante universitario Barack Obama redactó en 1983 un artículo sobre este tema, pidiendo el “cero global”, es decir, el desarme nuclear total.

Para lograr tan difícil objetivo, el presidente ha permanecido callado ante la agresividad de Rusia respecto a la guerra en Siria, el respaldo a Irán, la implacable oposición a la defensa antimisiles de Estados Unidos y la represión sin precedentes de los derechos humanos dentro de sus fronteras.
El Post indicó que:
En un intento por reprimir las crecientes protestas contra su amañada reelección y la autocracia enormemente corrupta que preside, Vladímir Putin ha lanzado lo que los grupos de derechos humanos tanto rusos como occidentales describen como la campaña más intensa y generalizada de represión política desde la caída de la Unión Soviética…Los grupos independientes de derechos civiles y humanos están siendo desposeídos de manera sistemática tanto de su financiación y como de toda protección legal.
Al haber perdido el respaldo de la clase media urbana…Vladímir Putin ha estado fortaleciendo sus bases entre los nacionalistas rusos y los cristianos ortodoxos. Eso implica basar su política exterior en el antiamericanismo. Los programas de ayuda de Estados Unidos se han clausurado y se ha prohibido que los americanos adopten niños rusos. Además, se está llevando a cabo una intensa campaña de propaganda por parte de los medios de comunicación sustentados por el gobierno.
Tras volver de un reciente viaje a Rusia, puedo decir que por primera vez en 25 años, los rusos viven de nuevo temiendo por su libertad y por el futuro de sus hijos.

Los críticos declarados del régimen, tales como el informador Alexéi Navalny, se enfrentan a acusaciones penales por cargos inventados. El símbolo de la oposición y campeón mundial de ajedrez, Garri Kaspárov, anunció recientemente que va a emigrar. Los excesivamente celosos investigadores del gobierno han acosado a Serguéi Guriev, un conocido y eminente economista, hasta que este se ha terminado autoimponiendo el exilio. Y no obstante, nada de esto ha recibido la más mínima mención por parte de Obama.

Como ha señalado la Fundación Heritage de manera repetida desde 2010, la política de “reinicio” de relaciones con Rusia estaba destinada al fracaso desde el principio. Ésta ignoraba el acercamiento de Moscú a los autoritarios enemigos de Estados Unidos, desde Caracas a Teherán, así como su masiva modernización militar, su política neoimperialista y la represión de la disidencia al estilo soviético.
“Hacer la vista gorda” es una mala política exterior, como lo es abandonar a los demócratas rusos y a los socios y aliados de Estados Unidos en Europa Oriental y Eurasia. El resurgimiento de la tripleta ideológica zarista del siglo XIX ruso de ortodoxia, autocracia y populismo (agravado por un furibundo antiamericanismo) es una mala noticia para los intereses de seguridad de Estados Unidos y Europa.
Por todo ello, ya es hora de que Obama comprenda la realidad y escuche a los críticos de su política con Rusia.

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